Labordeta, genio y figura hasta la sepultura
En ocasiones sucede algo que a uno le deja al margen de las cosas mundanas durante un tiempo. Hoy, domingo 19 de septiembre, amanecía Bilbao radiante y bonito, un domingo prometedor de momentos agradables que uno desea durante los laboriosos días de entresemana. Pero todo desaparece cuando la radio escupe el adiós del Aragonés Labordeta, adalid por excelencia de la lucha por la libertad y la dignidad del ser humano.
Tan sólo hace una semana tuve a bien publicar en este blog un artículo de Félix Maraña a modo de homenaje a un gran hombre que poco a poco se iba consumiendo, perdiendo lentamente la batalla contra la enfermedad que finalmente se lo ha llevado.
Me gustaría expresar mi admiración por este músico, profesor, poeta y andarín, pero no hay palabras, y si las hubiera, la tristeza formaría un dique capaz de no dejarlas fluir. Escurro el bulto, aun sin desearlo, y paso a transcribir algunas frases de otras personas mucho más capacitadas y valientes que han podido expresarse a lo largo del día de hoy. Eso si, me queda para siempre el recuerdo de su obra y, por supuesto, las ganas de seguir gritando como si mi garganta fuera suya: ¡Viva Aragón, viva la Libertad!.
Labordeta se va del Parlamento. Decidido a cuidar amaneceres. A pasear caminos del brazo de la luna. Ya sembraba esperanzas cuando la esperanza estaba prohibida y construía utopías cuando la utopía era fusilada. Labordeta sabía del futuro cuando el futuro era un túnel cerrado sobre sí mismo. “Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad.”
Voz rural y libertaria, fundadora de promesas entonces, de realidades caminantes ahora hacia el después definitivo del gesto supremo, de la suprema elegancia de uno mismo, hasta que la muerte nos una definitivamente en el amor absoluto. Compañero ayer. Hoy compañero. Hacedor humilde de palabra que desatasca la historia de trombos moribundos y construye caminos para el hombre hermano, para los nietos de todos, con la mochila llena de país y de nostalgia cuando la voz era rural y libertaria. Labordeta, compañero. Machado de posguerra.
De JULIAN CASANOVA (El Pais):
Labordeta era de ese clase de gente que creía que el futuro sería mejor que el presente. A las personas que creen eso se les llama utópicas, pero en realidad lo que hacen es atacar la hipocresía, la estupidez y expresar la insatisfacción frente al privilegio.Labordeta usaba la vida cotidiana, los problemas de la gente que pasa por la calle, para iluminar el debate político. Frente a quienes creen que los hombres y mujeres estamos sujetos a poderes tan grandes que es mejor no tocarlos, José Antonio apelaba a la dignidad, la nuestra, la de los humanos, para saber dónde comienza lo intolerable.
CARMEN CHACÓN (Ministra de Defensa del Gobierno Español) en la entrega de la Gran Cruz de la Orden Civil Alfonso X El Sabio:
Este tipo de reconocimientos dan prestigio a quien los recibe, pero hay veces que, por el contrario, el premiado "da prestigio a las distinciones", como es el caso de José Antonio Labordeta. Una persona que durante toda su trayectoria vital ha puesto voz a la bondad, a la justicia y a la libertad, primero cantando, después "con la mochila a cuestas" y luego en la tribuna del Congreso "con momentos memorables de poesía o con una voz más popular".
De NIEVES IBEAS (Presidenta de Chunta Aragonesista):
Escribió montones de libros, editó periódicos y revistas, grabó muchos discos, enseñó historia por los institutos de Aragón, hizo programas de televisión de gran éxito, recorrió Aragón y España cantando a su país, al amor y a la libertad, defendió la dignidad de los aragoneses y aragonesas en el Congreso..., hizo tantas cosas que es hoy imposible recordarlas todas. Pero pese a toda esa labor ingente, lo mejor de Labordeta estaba en sí mismo. Fue un buen hijo, un hermano ejemplar (nadie hizo más que él por mantener viva la memoria de su hermano, el poeta Miguel Labordeta), un marido enamorado y un gran padre y abuelo. Fue el mejor amigo, leal y generoso, humilde, sencillo y bondadoso. No conoció la envidia y nunca supo lo que era el rencor, por eso repartió afecto y lo recogió a manos llenas. Y, eso sí, tuvo un gran sentido del humor y fue, como buen aragonés, un somarda impenitente hasta el final.José Antonio Labordeta ha sido uno de los aragoneses más importantes de todos los tiempos y un ejemplo permanente de amor y compromiso con el País. Ahora, sólo nos queda recordarlo siempre, imitar su ejemplo y mostrar al mundo el legítimo orgullo de que haya sido nuestro compañero y amigo.
De Fran Sevilla:
Me gustaría saber qué te has llevado en la mochila, más allá de un país, de un pueblo, de una vida. Supongo que va liviana. Porque aquí nos has dejado tantas cosas que no hay almacén suficiente en el alma para albergarlas. Claro que el alma tiene sus ventajas: es capaz de ensancharse y acogerlo todo. Y en ese proceso ando, andamos, buscando en los recodos de las palabras y de los sentimientos un poco de espacio para acoger también tu marcha, para tratar de entenderla y aceptarla.
No va a resultar fácil explicarnos la ausencia que nos dejas. En estos tiempos en los que la mediocridad se ha instalado entre nosotros, en los que el compromiso se ha convertido en un vocablo desgastado, prescindir de ti se va a hacer difícil. No nos sobran, precisamente, amigos como tú. No nos sobran hombres cabales.
Hoy debe llorar todo Aragón, debe llorar toda España. No sé si yo voy a llorar, de momento estoy buscando razones y sinrazones para entender tu marcha. De Iñaki Anasagasti:
Labordeta era un ser entrañable. Trabajador, culto, con un sentido del humor muy destacado y, sobre todo, republicano. Un día me contó que organizaron en un pueblo de Aragón un homenaje a Galán y García Hernández, aquellos primeros militares sublevados contra la República y le llamaron para que les dirigiese algunas palabras. Y allí fue creyendo iba a encontrarse con cuatro ancianitos decrépitos pero para su sorpresa estaba la sala llena de gente joven. ”Iñaki-me decía-esto de la tercera República es posible”. Trabajador de la Memoria Histórica y de la defensa de los derechos humanos, todavía resuenan aquellas palabras redondas que nos dirigió abogando para que los que se sublevaron en 1936 no siguieran siendo respetables “caballeros mutilados” frente a los “putos rojos” que eran la legitimidad democrática sino se hiciera de una vez justicia.
Teresa Agustín (Poeta)
Nos transmitió el amor por la poesía, unida a la figura de su hermano Miguel, ya por entonces muerto, al que admiraba y se sentía muy ligado. Cuando le oía cantar: “Puesto que el joven azul /de la montaña ha muerto / es preciso partir / Desnudos y ásperos / inigualables…”, yo intuía que ese joven azul era Miguel, y que a nosotros nos tocaba seguir en esta vida, dura, haciendo de nuestra singularidad un trazado único. Este canto era para mí, una llamada a la creatividad y la superación.
A valorar la libertad y a tener los pies en la tierra, eso me enseñó, a saber vivir en la humedad de los grises para poder inventar, de vez en cuando, el paraíso, aunque en ese paraíso sólo viviera una flor.Este Buñuel de la acción y la palabra, al que habiendo llamado don José Antonio en Teruel, no nos sale llamar “el abuelo”, es el hombre viajero, el diputado, el profesor, el amigo, el enamorado de Juana, el orgulloso padre y abuelo de dos nietas, el trovador de voz callosa, el hermano de Miguel, y para mí un hacedor de palabras que siempre ha escuchado las palabras nuevas, con críticas y aliento, en su enseñanza de no reblar nunca, y de reírse mucho, empezando por uno mismo.
A veces escribimos para no volvernos locos y también dejamos de escribir por lo mismo. El lenguaje tiene sus propias formas, sus silencios, puede cantarse en forma de albadas o en poemas a la libertad, celebrar los amores o esfumarse una tarde de verano para poner de nuevo punto y final.
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